Desde que por la mañana abrimos los ojos, nos invaden
cantidades de estímulos cargados de imágenes, sonidos y olores variopintos
agradables y no tan agradables, sensaciones táctiles y proprioceptivas. Pero son
sensaciones a que ya nos hemos acostumbrados y están en nuestro piloto
automático.
Lo que yo propongo es utilizar las pausas sensoriales, de
manera a que despierten en los niños una sensación de conexión, trabajadas en
parejas para potenciar la práctica. Se trata de conectar con sus estímulos
sensoriales de una manera relajada, en un ambiente integrador y agradable.
En esta sesión que duró 90 minutos, construí cinco rincones:
- Masaje con accesorios diversos
- Rincón de las asanas: utilicé un juego divertido en que ellos dirigen la postura mientras el compañero la ejecuta. (YogaMe Zoo - de Janod)
- Aromaterapia con aceites esenciales
- Rincón de los chakras
- Rincón del mandala con elementos (estes, pueden ser variados, como elementos naturales representativo de las 4 estaciones, o cualquier tipo de elementos. Tienen la creatividad al poder).
El juego empieza por organizar parejas aleatoriamente. Así
que, utilicé un juego que se titula “cada oveja con su pareja” Se utilizan tarjetas duplicadas con dibujos de animales. A continuación, se las reparten en
sala. Al oír la música tienen que bailar intercambiándose las tarjetas. La música
se para y la tarjeta que tienen en mano deben reproducir el sonido para que de
este modo encuentren su pareja.
Luego, con las parejas hechas, hemos hecho un juego de
confianza con los ojos vendados. Uno por delante y otro por detrás, que va
guiando según las instrucciones de la maestra.
Empezamos por pareja a trabajar los rincones. Se Utiliza
un reloj de arena de 5 minutos para que realicen el cambio de rincones. La profesora,
en este caso, actúa como observadora, interviniendo solamente cuando sea
necesario.
¡Y a disfrutar!
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