Desde que por la mañana abrimos los ojos, nos invaden
cantidades de estímulos cargados de imágenes, sonidos y olores variopintos
agradables y no tan agradables, sensaciones táctiles y proprioceptivas. Pero son
sensaciones a que ya nos hemos acostumbrados y están en nuestro piloto
automático.
Lo que yo propongo es utilizar las pausas sensoriales, de
manera a que despierten en los niños una sensación de conexión, trabajadas en
parejas para potenciar la práctica. Se trata de conectar con sus estímulos
sensoriales de una manera relajada, en un ambiente integrador y agradable.